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Volver a la vida presencial  por salud mental

Tras la polémica sobre el excesivo uso de redes sociales y tecnología en el que están viviendo los jóvenes, Claudia Ferrufino, Directora Ejecutiva del Colegio Knightsbridge Schools International, explica por qué volver a los tradicionales planes familiares, como ir al cine, salir a comer o jugar bolos, puede ser la feliz solución a los problemas de ansiedad y depresión que acarrea la hiperconectividad.

Por: Claudia Ferrufino

Ser padres siempre ha sido una labor que requiere compromiso, tiempo, dedicación y autoridad. Hoy en día debido a la conectividad laboral, la cantidad de información a la que tenemos acceso, las redes sociales y la gran variedad de entretenimiento tecnológico, la tarea de ser padres exige adicionalmente que estemos constantemente actualizándonos sobre los avances tecnológicos, los controles parentales y buscar de forma consciente actividades que nos permitan a todos desconectarnos de tantos aparatos.

La invitación para todos los padres de familia es que destinen tiempo y busquen actividades que les permita compartir con sus hijos tales como juegos de mesa, actividades al aire libre en parques, caminatas y paseos ecológicos a las afueras de la ciudad y actividades deportivas. Así como aquellos planes tradicionales que solíamos hacer en familia hasta hace muy poco tiempo y que se han ido perdiendo: una ida al cine, una tarde de comer helados, una salida a cenar, un juego de bolos o una caminata por el centro comercial con la única expectativa de ver vitrinas y encontrarse con vecinos y viejos amigos. 

Jugar en familia a las maquinitas en Unicentro, un plan que nunca falla. Foto: Pexels. 

Para los niños menores de cinco años es fundamental en su proceso de desarrollo usar balancines, columpios, subir y bajar rampas o montículos gateando y luego caminando, jugar a lanzar y recibir una pelota, explorar con diferentes texturas como arena para construir o trasladar, tierra para sembrar o explorar, pintar, dibujar y/o colorear con los dedos para los más pequeños y después con colores o crayolas para practicar pinza. Todas están actividades les permiten desarrollar el equilibrio, la coordinación, el tacto, la percepción sensorial, la observación, la capacidad de aprendizaje, la motricidad gruesa y su independencia. 

 Así como aquellos planes tradicionales que solíamos hacer en familia hasta hace muy poco tiempo y que se han ido perdiendo: una ida al cine, una tarde de comer helados, una salida a cenar, un juego de bolos o una caminata por el centro comercial con la única expectativa de ver vitrinas y encontrarse con vecinos y viejos amigos. 

Para los niños entre los 5 y los 8 años podemos además realizar actividades como cocinar juntos, aprender a nadar, montar en triciclo o bicicleta, origami o actividades manuales que permitan desarrollar la motricidad fina, aprender a hacer nudos sencillos.

Para los niños mayores de ocho según sus preferencias podemos comenzar a practicar algún deporte con mesura, aumentar la dificultad de las actividades de natación, bicicleta, cocina, caminatas, y demás. Una actividad que puede ser interesante es participar en búsquedas del tesoro, exploración en las salidas ecológicas con objetivos específicos, permitirles construir en la casa con sabanas, almohadas, toallas, manteles y los muebles de la casa fuertes, casas de muñecas, castillos. Así mismo hay que fomentar espacios de lectura solos y acompañados

¿Qué tal cambiar un chocolate por la pantalla? Seguro trae mucha más felicidad. Foto: Pexels. 

A medida que los niños crecen y de acuerdo con sus intereses es importante involucrarlos en actividades comunitarias que les permita ayudar, darse cuenta de la importancia de pensar en la comunidad, desarrolla habilidades de liderazgo y trabajo en equipo y les permite sentirse útiles e importantes para la sociedad.

En la adolescencia es muy importante proponer actividades que les permita explorar para consolidar sus intereses, invitarlos a hacer propuestas, planear actividades en familia y/o con sus amigos. En esta etapa que comienza un mayor contacto con la tecnología y después de los 14 años que pueden comenzar a acceder a redes sociales es fundamental definir claramente limites en tiempo y tipo de tecnología.

Aunque requiere que destinemos un tiempo diario y que los fines de semana nos enfoquemos en las necesidades de los hijos, son actividades sencillas y es posible hacer la mayor parte de las actividades recordando cómo nos divertían durante nuestra propia infancia.  

Nada como volver a vernos la cara frente a frente y compartir de manera presencial con la familia y los amigos para ayudar a reducir los altos índices de ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental a los que están enfrentándose nuestros niños y jóvenes.